Miles de emociones me embargan, un poco de sentimentalismo y frustración también.
Dos de las chicas con las que vivo salieron a disfrutar de un sábado porteño. La otra está a unos metros mios, inserta en su pc. Ella está acostumbrada y es feliz. Aunque su situación es distinta, hay un papá presente que aliviana su carga enormemente. La admiro, no se lo digo ya que sé que lo sabe. Es una gran mamá.
Es difícil tener amigos en mi situación, ya que los de antes no te consideran. Se necesita mucha fé para poder confiar de nuevo y mucha suerte para no volver a encontrar gente de cartón.
Ya son las 23 hrs. Mi mejor amiga dejó de llamarme preguntando si cuidaría a mi hija para yo poder salir. Es mejor aquí, cuidando de alguien que me considera día a día, que nota y angustia mi ausencia, que ríe y canta mis penas y alegrías. Porque si me pongo a pensar, a quién le importa si hoy realmente puedo salir?
