viernes, 10 de julio de 2009

Nyu?



En una ciudad tan pequeña como Valparaíso, diferentes estilos de vida realizan sus rutinas de la manera que lo han hecho siempre. Los habitantes que aquí han nacido se conforman con su típico día a día, y solo algunos realizan algún quiebre de ésto como el ir a la universidad. Pero ¿qué pasa con los que no somos de aquí?, ¿nos conformamos con el hecho de llegar y vivir en una nueva ciudad? Quizás sea porque debemos hacerlo, ya que así lo hacen nuestros pares, pero ¿realmente es un cambio netamente elegido por nosotros?. En mi caso, me cuesta mucho abandonar lo construido, como dejar el hogar de mis padres, por un par de fines de semana al mes en casa de mi abuela y vivir casi de manera independiente en una humilde y acogedora pensión el resto del año. Pero la vida que aquí llevo es casi la misma, con pequeñas diferencias como la forma de comer, dormir y divertirme. Mi fanatismo por el ocio se a acrecentado, como por ejemplo para no llegar al final de mis series de tv o de libros, veo y leo muchos al mismo tiempo para evitar llegar a sus respectivos finales... ya que al hacerlo queda una especie de vacío, no sé (debe ser que me introduzco mucho en la ficción y noto a los personajes como partícipes de la vida misma). Aún no puedo creer que Harry Potter haya llegado a su final, o que Sex and the City no tenga más capítulos, y que Michael Jackson ya no esté... ¿Serán señales de algo o quizás... de que "así es la vida"?. Le temo mucho a los cambios, no me gustan, aunque a la larga son beneficiosos ya que dejan algún aprendizaje. Hay veces en que los cambios me agradan bastante, hasta cuando son definitivos, y otras veces que no me convencen pero hay que aceptarlos por... solo el hecho de hacerlo. Es genial cuando algo nuevo llega y compete a más de uno, como amigos o desconocidos que al final terminan siendo lo primero. Así es más pasable el gusto amargo del cambio, y más divertido su lado bueno.
Lo peor que puede pasar es querer volver a lo anterior, a la vida que se llevaba y ver que es completamente distinta, o también que esté idéntico a como lo dejamos pero ahora lo distinto es que nosotros ya no encajamos y nos damos cuenta que ya no podemos volver, sino que hay que seguir con la vida actual y volver a realizar cambios, solo porque "hay que hacerlos" y seguir esta historia hasta que la vida termine, porque seamos sinceros, sin estos famosos cambios, la vida no tendría sentido... cierto?

miércoles, 1 de julio de 2009

Wait!



"...Justo al momento de llegar a la esquina el semáforo cambia a rojo. ¡Qué rabia, tengo tantas cosas que hacer y solo ésto me faltaba!"
La luz roja no solo se nos aparece en los semáforos sino en muchas ocasiones de nuestra vida, como cuando metimos la pata dentro de una relación que podría funcionar. Todo empieza muy bien, los dos nuevos conocidos comienzan a salir empezando con la famosa primera cita. Las conversaciones hacen que la timidez se deje de lado poco a poco para dar paso a algo mucho más fluido y relajante. Ya en la segunda cita la confianza se nota, el tono de la charla es más cómico y las vivencias y situaciones de la vida poco a poco son expuestas. Pero ¿qué sucede cuando los comentarios y estas historias se acaban? es ahí cuando comienzan a aparecer los silencios incómodos y para derrocarlo los comentarios sin sentidos comienzan a salir, dejando perpleja, sorprendida o maravillada a la otra persona. Es aquí cuando se determina si la relación continúa según mi punto de vista. Es cuando el semáforo deja de estar en verde y pasa a amarillo. Si la persona nos atrae rogamos para que ese semáforo se mantenga en verde pero hay veces que es inevitable este cambio de luz, y hasta hay veces en que la luz amarilla es saltada y pasa enseguida a rojo. En ese momento solo quedan dos opciones, el retirarse o mantener la calma y esperar. La segunda opción es la más valereda si se espera con paciencia y optimismo, pero llega a ser patética si es apurada. Me gustaría saber qué continúa, en qué color está el semáforo que en este instante vigila un momento de mi vida.
"Me resigné a esperar el rojo del semáforo, y me sorprendió que durara tan poco..."